El ozono O3 es una molécula compuesta por tres átomos de oxígeno. La existencia del ozono fue supuesta desde 1871 por Van Marum, que notó su olor en el aire atravesado por descargas eléctricas, y fue finalmente descubierto y denominado – del término griego “ozein”, oler – en 1840 por Schömbein. Marignac, Becquerel y Fermi investigaron y establecieron la naturaleza del ozono, y su fórmula y constitución fueron más tarde determinadas y dadas a conocer por las investigaciones de J. L. Soret.
Debido a sus poderosos efectos oxidantes y bactericidas, el ozono se utiliza para renovar el aire en atmósferas confinadas y para la esterilización y el tratamiento de las aguas. El interés de las aplicaciones del ozono en el tratamiento del agua es debido tanto a sus características oxidantes especialmente energéticas, aprovechadas para degradar o eliminar ciertas sustancias orgánicas o minerales no deseables, como a su extremado poder bactericida y virulicida.
La acción oxidante del ozono puede presentarse de tres formas diferentes:
Como oxidante, fijando uno de sus átomos de oxígeno.
Como oxidante, fijando sus tres átomos de oxígeno en un enlace doble o triple.
Como catalizador del oxígeno, acelerando la velocidad de las reacciones de oxidación en el aire ozonizado.